Personal sanitario, protagonista el Día Mundial de la Salud

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Cuando la Asamblea Mundial de la salud designó el día 7 de abril como la fecha para conmemorar el Día Mundial de la Salud con el objetivo de crear conciencia sobre las enfermedades mortales a nivel global, seguramente no imaginó que en pleno siglo XXI un virus se propagaría con tal rapidez que en pocas semanas llegara a afectar a más de un tercio de la humanidad.

Karen E. Pérez
Solution Analyst everis
Enfermera con Máster en Ciencias de la Enfermería

Además de elegir esta fecha para la efeméride, el propósito de la OMS era que cada año se eligiera una temática basada en las necesidades y sugerencias que realizaran los estados miembros. Este año 2020 el consenso ha sido muy sencillo de lograr, “apoyar a enfermeras y matronas en su función de prestar servicios de salud”. Sin embargo, la crisis sanitaria provocada por la pandemia del COVID-19 ha sido responsable de un alto contagio de los profesionales de la salud, por lo que hoy los protagonistas para esta fecha son el colectivo de matronas, enfermería y auxiliares de enfermería. Hoy queremos celebrar su trabajo y recordar a los líderes mundiales el papel fundamental que desempeñan para mantener la sanidad en el mundo.

 

En todos los países del planeta hemos sentido la solidaridad con este colectivo, que batalla día y noche por reducir los contagios, por conseguir que la curva de crecimiento del número de enfermos cambie de dirección y empiece a descender, y que, además, está especialmente expuesto al contagio, desarrolla su labor ante un aumento de la demanda de atención constante y enfrenta a diario los problemas derivados de la falta de personal y recursos, sin olvidar el desgaste emocional y las consecuencias psicológicas de ver morir y enfermar cada día a muchos seres humanos.

 

La escasez de profesionales sanitarios y el colapso en los hospitales ha provocado situaciones extremas como el llamamiento a la colaboración a estudiantes o profesionales ya jubilados, y a ejercer su labor diaria en nuevos hospitales improvisados en casi todos los rincones del planeta, en los que a la escasez de medios humanos hay que sumar la falta de medios materiales, desde instalaciones y profesionales, a fármacos y equipos de protección individual (EPIs).

 

Una vez más la tecnología se ha convertido en palanca fundamental para plantear soluciones alternativas. Por un lado, ha adquirido una importancia máxima la digitalización de los procesos asistenciales, como la autoevaluación mediante plataformas web o aplicaciones móviles que hacen posible un cribado masivo de pacientes para evitar el uso innecesario de los centros de salud y las unidades de urgencias. En paralelo, la teleasistencia ha permitido a los pacientes tanto mantener el contacto con los profesionales sanitarios para hacer seguimiento de su estado de salud, especialmente en casos de contagiados por COVID-19 con síntomas leves o moderados, como solicitar medicinas mediante la receta electrónica. La teleasistencia ha reducido de forma exponencial el contacto físico entre clínicos y pacientes y entre los mismos pacientes contagiados, frenando la propagación del virus, y, además, ha hecho posible el aumento de la disponibilidad de camas en los hospitales.

 

Por su parte, en aquellos países más desarrollados donde está implantada en todos los centros sanitarios la Historia Clínica Electrónica (HCE) se ha agilizado la atención a los enfermos dado que a través de ella se han podido hacer consultas en pocos segundos sobre la información relevante de cada paciente: antecedentes patológicos, alergias, historial fármaco-terapéutico, etc, información disponible a un clic y un vistazo para saber cómo abordar cada caso sin tener que esperar a que llegara un historial físico.

 

Unidades de cuidados intensivos

 

Los pacientes contagiados por COVID-19 están aislados y el personal de enfermería debe evitar, en la medida de lo posible, y sin poner en riesgo la evolución del enfermo, el número de entradas a sus habitaciones en los hospitales. Por ello, el hecho de que tanto los monitores, los respiradores como las bombas de infusión vuelquen sus datos de forma directa en el HCE del paciente evita que los enfermeros y enfermeras entren constantemente en las habitaciones de los pacientes para consultar y para anotar información. Hay un trabajo que tampoco necesario hacer, el de transcripción manual de esos datos obtenidos en cada consulta física, tarea que supone un tiempo extra que los profesionales sanitarios pueden dedicar a otras tareas importantes en un contexto como el actual. En definitiva, la integración de equipos de monitorización continua con las historias clínicas electrónicas ha sido y está siendo un aliado imprescindible para afrontar esta crisis.

 

Otra realidad, que se vive en las UCIs día tras día, es que los pacientes contagiados de COVID-19 son inestables y necesitan constantes ajustes en la medicación. Gracias a este tipo de sistemas combinados se han podido crear centrales de monitorización donde se puede realizar seguimientos de varios pacientes al mismo tiempo y gestionar las distintas alertas a través de los dispositivos tecnológicos.

 

Otras aplicaciones tecnológicas que han ayudado a la salud pública

 

Cada sector empresarial ha puesto en marcha las medidas oportunas que ayudarán a frenar la propagación de la pandemia. La obligación y responsabilidad de cada compañía ha sido poner en marcha todos los sistemas a su alcance y todas las medidas necesarias para velar por la salud de sus trabajadores. Por ello, el teletrabajo se ha impuesto, en los sectores en los que ha sido factible, y en un gran porcentaje de las compañías como respuesta rápida y más efectiva; en los casos de organizaciones que no tenían fórmulas ya aplicadas se han empezado a desarrollar y desplegar, y en aquellas que ya contaban con el teletrabajo como práctica habitual lo han extendido a todas sus plantillas. Aunque precisamente en el sector sanitario el teletrabajo no aplica, su uso en otros sectores profesionales ha permitido que millones de personas no se hayan tenido que desplazar a sus lugares de trabajo con la consecuente y significativa reducción de contagios y con el objetivo común de evitar el colapso del sistema sanitario.

 

También el seguimiento de los datos de geolocalización proporcionado por dispositivos móviles ha permitido entender por parte de países y administraciones los desplazamientos de población y calcular las capacidades sanitarias de cada provincia y país.

 

El siguiente paso y deseo común de todos es frenar la pandemia, volver a la normalidad y que quizá el próximo 7 de abril en 2021 estemos celebrando la existencia de la vacuna y podamos olvidar, en la medida de lo posible, la terrible crisis que el coronavirus ha supuesto para el mundo entero en este 2020.

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