La endometriosis afecta a la calidad de vida femenina en todos los ámbitos, incluso el emocional

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Una enfermedad “silenciosa”, incapacitante y, en cierta medida, desconocida, que afecta aproximadamente a un 10% de las mujeres.

El Dr. Cristian de Guirior Martínez, especialista en ginecología del Hospital Clínic de Barcelona y profesor colaborador de la especialización de Nutrición y Estilos de Vida Saludables de la Mujer de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), explica las peculiaridades de esta patología, repasa sus síntomas y las pautas actuales de abordaje y comenta los principales retos que su manejo plantea a los especialistas.

¿Qué es exactamente la endometriosis?, ¿cómo y por qué se produce?

Se trata de una enfermedad benigna que se caracteriza por la presencia de tejido endometrial (que es el que está dentro del útero y se expulsa cada mes con la menstruación) ‘invadiendo” zonas de la pelvis como los ligamentos situados detrás del útero, los ovarios, el músculo uterino e incluso el intestino.

Realmente no se sabe muy bien por qué se produce y existen varias teorías que podrían explicar su origen, pero a día de hoy no se puede hablar de una causa única o de un gen específico identificado. Posiblemente exista un componente multifactorial, y hay evidencias sobre distintos factores (inmunológicos, genéticos, de estilo de vida…) que pueden estar implicados en su aparición, pero no está  demostrado que por sí mismos sean los únicos causantes.

¿Cuál es aproximadamente su prevalencia?, ¿es cierto que muchas mujeres que la padecen lo desconocen?

Se calcula que la prevalencia es de un 10%, pero efectivamente, muchas mujeres que la padecen no lo saben. La principal razón de este desconocimiento es que durante muchos años se ha considerado que el dolor menstrual era algo ‘normal’ que las mujeres tenían que soportar e incluso esconder, y esto ha favorecido que muchas sufren esta enfermedad en silencio y que, además, no hayan tenido un diagnóstico, con la repercusión que esto conlleva para su vida personal en general y para aspectos concretos como el deseo reproductivo.

El principal síntoma es un dolor menstrual muy intenso, pero también puede producir otros como el dolor al mantener relaciones sexuales o coincidiendo con la ovulación; reglas con sangrados muy abundantes; dolor pélvico no asociado al ciclo femenino; molestias digestivas y alteraciones a nivel urinario.

¿Cuál sería el perfil de paciente (edad, etapa vital…)?

Habitualmente la endometriosis afecta a mujeres en edad fértil (entre los 12 y los 50 años), pero el dolor que produce puede persistir después de la menopausia, aunque la enfermedad no esté activa. Asimismo, tanto la enfermedad como los síntomas pueden aparecer en pacientes muy jóvenes que acaban de empezar a menstruar.

¿Hasta qué punto altera la vida diaria de las pacientes? 

El dolor que produce puede llegar a ser absolutamente incapacitante: hay mujeres que, literalmente, no pueden moverse, y muchas llegan incluso a sufrir desmayos debido a su intensidad. Por eso es tan importante identificar y abordar esta enfermedad de forma adecuada.

¿En qué consiste el abordaje terapéutico y qué fármacos se emplean para tratarla?

Actualmente no disponemos de una solución o estrategia única que evite al 100 % que la endometriosis se desarrolle. Sí se pueden aliviar y mejorar los síntomas y disminuir su progresión con medicamentos y cambios en el estilo de vida. En cuanto al tratamiento farmacológico, en primera línea se administran fármacos que evitan el sangrado (anticonceptivos) con el objetivo de evitar que éste se extienda al tejido en el que se ha desarrollado la endometriosis, previniendo así la aparición de los síntomas.

No basta con diagnosticar y prescribir una medicación, sino que el abordaje debe ser integral, teniendo en cuenta aspectos como cuánta enfermedad hay y dónde está localizada, los síntomas, en qué momento de su vida se encuentra la paciente (si tiene intención de quedarse embarazada a corto-medio plazo), etc. y enfocar el tratamiento en base a estas variables. Es recomendable realizar un estudio exhaustivo de aspectos del estilo de vida como el tipo de alimentación, para determinar qué parámetros se pueden manejar para reducir la inflamación y otros síntomas, y la práctica regular de actividad física, que se sabe que puede mejorar la sintomatología.

¿En qué casos es necesario operar?

La cirugía se considera como un último recurso reservado a aquellos casos más severos en los que el enfoque médico-farmacológico no ha sido efectivo o si, a pesar del tratamiento, existe una progresión de la enfermedad que compromete a algún órgano.

Debe tratarse de una única cirugía completa, en la que se extirpe toda la endometriosis visible para así evitar tener que reintervenir o ir poniendo ‘parches’. Es fundamental estudiar y valorar cada caso en concreto y en función de las prioridades de la paciente (tanto a nivel reproductivo como de sintomatología) hacer un abordaje en muchas ocasiones multidisciplinar (con la participación de especialistas en reproducción, en urología, etc). La estrategia es buscar el mejor momento y la mejor cirugía para cada paciente de manera individualizada.

¿Hasta qué punto padecer endometriosis dificulta o imposibilita un embarazo?

Se asocia a un 30 % de esterilidad, obviamente unas tasas más altas que las de la población general, pero viendo el ‘vaso medio lleno’, esto significa que la mayoría (el 70 %) no van a tener esterilidad asociada a esta enfermedad. Sin embargo, es importante informar de ello a la paciente para, en caso de que tenga previsto un embarazo, tomar unas medidas u otras.

Estas pacientes, ¿tienen que recurrir siempre a la reproducción asistida?

No siempre, porque como hemos dicho, muchas no son estériles.  En el caso de que sí tengan que optar por la fecundación in vitro, la tasa de éxito va a depender mucho de la cantidad de enfermedad y la localización exacta, pero hay que tener en cuenta que en un proceso de este tipo influyen muchísimos factores, y la endometriosis es uno más, pero hay otros que resultan igual o más condicionantes, como la edad de la paciente o el factor masculino.

¿Cuál es el impacto de la endometriosis anímica y psicológicamente?

 Puede afectar mucho en la esfera emocional y este impacto no se debe solo a la propia enfermedad sino también a las consecuencias derivadas de que la paciente no haya sido debidamente atendida, derivada o tratada. El soporte psicológico es fundamental, especialmente en aquellas mujeres que han soportado el dolor durante largos periodos debido a falta de diagnóstico.

¿Existe relación entre la endometriosis y otros problemas ginecológicos (miomas, tumores…)?

No hay una relación establecida entre esta enfermedad y otros procesos ginecológicos, tanto benignos como malignos, pero sí es cierto que muchas veces puede coexistir con ellos, y no es infrecuente que pacientes con patologías de este tipo tengan, además, endometriosis.

¿Cuáles son actualmente los principales retos o asignaturas pendientes en el abordaje de la endometriosis?

Por un lado, hace falta saber exactamente el mecanismo implicado en que se produzca esta enfermedad, y, por otro, es fundamental seguir mejorando el diagnóstico, potenciando para ello la formación en este sentido para lograr que la endometriosis esté presente en la mente no solo de los ginecólogos sino también de cualquier facultativo cuando se encuentre con una mujer que manifieste los síntomas. Y, además, es necesario encontrar tratamientos que sean realmente efectivos tanto para controlar los síntomas como para manejar la propia enfermedad y que, además, tenga pocos efectos secundarios.

Finalmente, ¿crees que existe la suficiente concienciación respecto a la importancia de esta enfermedad?

El principal problema durante muchos años ha sido la falta de conciencia y/o desconocimiento de la existencia de la endometriosis, a pesar de que está descrita desde hace 100 años. Actualmente hay bastante concienciación, pero hay que aumentarla y no solo entre las mujeres (que son las que tienen un mayor conocimiento) sino en la sociedad en general, para conseguir un diagnóstico precoz, evitar el sufrimiento que produce a todos los niveles y, en definitiva, mejorar la calidad de vida de las pacientes.

 

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