Perros humanizados: una conducta que perjudica a dueños y mascotas
Hay más hogares con perros que con niños, en Latinoamérica, el mercado de mascotas ha crecido a US$10.893 millones, siendo la región que presenta mayor avance, por encima de Asia y Europa. Algunos de estos animales cuentan incluso con redes sociales propias, en las que los propios perros cuentan su día a día (o más bien los dueños, claro; aún no se conocen casos de perros que se manejen a ese nivel con las tecnologías). Se han dado en llamar petfluencers, y algunos, como Jiffpom (un perrito pomerania), han llegado a acumular alrededor de diez millones de seguidores y a tener su propio merchandising. Poco a poco, el perro ha pasado de ser una mascota que acompaña a algo así como un humano más, según explican los expertos.
Esta progresiva humanización del perro no está exenta de problemas. Tal como apunta Àngel Casellas Grau, etólogo y profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, con el exceso de humanización llegan «algunos problemas de comportamiento, como la ansiedad y algunas formas de agresividad». «Aunque algo de humanización es imprescindible, el exceso no es bueno», afirma el experto. La agresividad por conflicto social (antes llamada agresividad por dominancia o por protección de recursos) enlaza directamente con esa sobrehumanización del perro, que no reconoce la jerarquía de las personas con las que convive. Otro de los problemas derivados de este hipervínculo son los trastornos de ansiedad por separación, que hacen que el animal no sepa gestionar los periodos en los que tiene que estar solo.
¿Es mejor adoptar que comprar?
Para Casellas, este axioma puede ser matizado. «Técnicamente, ir a un criador también es adoptar, e ir a una protectora también supone un contra reembolso económico«, afirma. Para el experto, lo importante al llevar un perro a casa es que, si se decide comprar, sea siempre en un centro de cría y se escoja a un criador especializado y responsable, experto en una o en muy pocas razas. Para Casellas, es fundamental no acudir a «las ‘granjas de perros’ y menos aún a particulares sin núcleo zoológico autorizado». Es decir, el problema es la cría descontrolada. «Si la sociedad fuera responsable y no abandonara a los perros, la única forma de tener uno sería acudir a los centros de cría, pues no habría perros abandonados», concluye.
Los perros, facilitadores sociales… y cardiosaludables
Los beneficios de convivir con un perro son múltiples, y la ciencia lo apoya con datos. Un estudio de 2019 publicado en la revista médica Circulation y llevado a cabo en la Universidad de Toronto demostró que tener un perro reducía la mortalidad en un 24 %, y disminuía en un 31 % el riesgo de fallecer por enfermedad cardiovascular para quienes ya habían padecido una enfermedad de este tipo y tenían perro con respecto a los que no.
Entre los numerosos estudios científicos que abundan en cuanto a los beneficios, varios apuntan a una significativa reducción del estrés y la ansiedad y, por supuesto, al aumento de la actividad física: la Asociación Americana del Corazón (AHA, por las siglas en inglés) indica en un informe que los propietarios de perros hacen una media de treinta minutos más de ejercicio diario que el resto de las personas. La Guía para una tenencia responsable de animales de compañía, editada por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, apunta otros beneficios, como el incremento del contacto social o la promoción del ejercicio de la responsabilidad.
Àngel Casellas explica en qué aspectos la tenencia de un perro puede ser beneficiosa:
- Estimulan la atención y la curiosidad. «Los perros se mueven, exploran, hacen ejercicios, saltan, buscan… Todo esto motiva a quienes conviven con ellos», afirma.
- Cubren posibles carencias afectivas. «El contacto físico afectivo es una de las cosas que uno más puede extrañar. Los perros son cariñosos y cálidos, siempre buscan el contacto y les gusta ser acariciados y abrazados, así como recibir la atención humana. Esto reduce el estrés y mejora la salud general de la persona», destaca Casellas.
- Actúan como facilitadores sociales y ayudan a «interactuar con otras personas a sus dueños».
- Estimulan los recuerdos y la memoria.
- Proporcionan diversión y alegría. «El incentivo de un perro alegre y cariñoso estimula notablemente las ganas de jugar e interactuar con ellos. Además, los perros fomentan la alegría», añade el experto.
- Aumentan la estimulación mental. «Hay personas desmotivadas para la actividad física. Las actividades con perros atraen su atención y las estimulan mentalmente a través de la vista, el tacto, el oído o el olfato», concluye.